A veces nos preguntamos por qué llegan niños a los diez años sin haber leído nunca solos un libro entero y, por tanto, sin disfrutar a su modo de un libro que se haga suyo aunque sea por un corto tiempo.Me pregunto los diferentes motivos por los que, antes de abrirlo, algunos niños dicen que no les gusta.Me inquieta saber que NADIE les ha leído más allá de la obligación.
Me preocupa que, normalmente, estos niños no lectores confesos, siempre hayan tenido una entrada tortuosa en el mundo de la lectura por dificultades en su aprendizaje, que son arrastradas como un auténtico lastre, y que impiden acceder del placer de la aventura oculta en los libros.
¡¡Y es tan sencillo como LEERLES con tiempo, sin prisas, con emoción, con sentimientos y SIN PREGUNTAS!! Y, naturalmente, estando atentos a esas dificultades iniciales para solventarlas ANTES de que sea tarde o les roben un mundo de experiencias.
Y funciona SIEMPRE que el adulto sea CONSCIENTE de la llave que está entregando con cada lectura, con cada rato compartido, con cada historia leída a medias, con cada abrazo lector.
Son llaves para el humor, para el amor a las palabras, llaves para el futuro, para el camino de la tan valorada COMPRENSIÓN, llaves de la polisemia, llaves para abrir los sentimientos, para experimentrar la empatía con los personajes, llaves para que la crítica anide en su tierna sensibilidad, llaves maestras que padres y maestros, familias y escuela, siempre en ese orden, tienen la responsabilidad de ENTREGAR.
Y cada niño es diferente en sus demandas pero los adultos HAN DE SABER crear la necesidad de historias, de palabras, de la música de la voz, de la hora relajada, del calor que nos acompañará siempre que, para otros o para nosotros, abramos un libro o una historia para narrarla.
**Para mi abuelo Ramiro, un "contador"de deseos, que me concedió la llave dorada antes de que la escuela me abriera una altísima puerta y donde los libros estaban encerrados en un armario...por si acaso.
Mª Rosa Serdio
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