Como es normal, la maestra monta el anzuelo y, evitando la corriente de un difícil ejercicio del libro, se pone a recitar así, como quien no lo piensa mucho, y se atreve con Margarita de Rubén Dario, de donde estaba sacado el famoso ejercicio.
Les cuenta que este insigne personaje veraneaba en Asturias, en Muros del Nalón y que eso queda justo siguiendo el curso del río Nalón que nos pasa por detrás del colegio.
Ahí es nada. Un poeta embajador, que ha escrito uno de esos poemas largos que se saben casi todos los escolares antiguos. Un poema con el que la maestra ha hecho un experimento, en otro curso, y se lo cuenta a estos ojos que aún no dan crédito y les ofrece repetirlo si están dispuestos.
Pero...habrá que preguntar en otra ocasión porque ahora están aún fascinados por el lenguaje del poema que ella sabe que no comprenden del todo pero que encanta y emociona.
Además, no acaba el poema y deja para mañana, que fue hoy, la lectura de todo el texto en ese libro maravilloso de la editorial Ekaré que ya voló a casa del primero que lo pidió.
Lo mejor fue que, a la vuelta del recreo, sobre cada mesa de la clase había un libro de poesía y un buen montón sobre una mesita por si alguno quería cambiar el suyo.
Hoy se fueron contentos, con su libro de poemas en la mochila y porque, además, les dijo la maestra que quedaba un estante lleno de sus libros de poesía y que, si querían, podrían leérselos todos.
Y eso espera que hagan. Eso sí, con tiempo y muchas recitaciones de por medio.
Ya contaré si nos va como siempre o aún mejor.
Y para aquéllos que quieran ver los lugares donde la poesía campa a sus anchas, les invitamos a hacer una ruta, literaria naturalmente.
2 comentarios:
Margarita està linda la mar, y el viento, lleva esencia sutil de azahar...Ves, me acuerdo pero no del poema entero, yo me aprendia muchos de memória, pero como eran muy largos, algunos de sus versos juegan al escondite conmigo...
Durante un tiempo no estuvo de moda memorizar...yo siempre he pensado que era un muy buen ejercicio de gimnasia mental.
Besos con aroma de azahar.
M. Roser
Y qué bien lo recitas, por cierto. Sin duda es mi poema favorito, el recuerdo más bonito que tengo de mi abuelo, que me lo recitaba cuando ni siquiera sabía qué significaba la palabra poesía.
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