12.6.12

VENTANAS DE NUESTRA CLASE

Algunos días, cuando termina la jornada escolar y ya no se escucha el sonido de la vida en el colegio, reina un ambiente especialmente mágico por los rincones vacíos, por los pasillos, por los espaciosdesieros de las aulas
Uno de ellos es nuestra clase, habitualmente TAN sonora, tan cargada de palabras volanderas, de respuestas donde menos se precisan y silencios donde se esperaría una voz clara y animosa.
Ahí, donde pasamos tantas horas juntos, tan juntos que hasta hemos aprendido a no atropellarnos, comienza una historia de secretos que comparten esos objetos que se quedan solos acechando el día de mañana.
Entonces se percibe el aroma que tanto gusta a la gente que nos visita, el desordenado orden de las mesas, el color de las paredes llenas de cosas nuestras y de los anteriores dueños de ese lugar, la vida en los títulos de los libros que hemos leído, los sonidos escondidos en las fundas de los CD que aún esperan ser escuchados, la ausencia de runrun de la pizarra digital, la necesidad de escuchar cómo arrastra la silla Ester o cualquiera de nosotros estornuda con el estilo propio que nos caracteriza, la voz de la maestra cuando nos cuenta cosas para que tal o cual definición no se nos escape...Todo está allí aunque su presencia sea casi cosa de magia.
-Cabo, no cabo- ríe de nuevo Daniel porque nunca pensó que su apellido fuera tan digno de un verbo irregular.
Y siempre las ventanas por las que Pablo escapa con disimulo hasta que es pescado en el monte con sus animales...o Diego es descolgado por la maestra para recuperar los "objetos perdidos"
La clase... donde tantas palabras vuelan para que Inés las guarde.
Esta clase donde hemos llorado TODOS este año, donde también hemos reído, aplaudido, disfrutado cartas personales y caramelos, donde nos hemos hecho heridas y estamos aprendiendo a curarlas, a valorar los sentimientos de los compañeros, a ponernos en el lugar de otros... esta clase a donde se llega mal por escondida y de la que luego nadie quiere irse.
Nuestra clase, en la que se batalla con las palabras y los sentimientos a la conquista de cada nuevo logro como si de un imperio se tratase pues somos dignos herederos de los astures rebeldes.
Cuando todo está en silencio, las ventanas sonríen llenas de mariposas y se escuchan los pájaros, que aprenden en el monte la lección de las estaciones que ruedan misteriosas, mientras nosotros crecemos y, sin darnos casi cuenta, nos hacemos mayores.
Mª Rosa Serdio

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