De mi amada Ana María MATUTE guardaba "Paraíso Inhabitado" (Destino) como un regalo de fin de curso.
Es una visión deslumbrante del momento único de unas infancias especiales, como la de todos sus niños protagonistas. Como si se tratara de un espejo bifaz, podemos vivir el desarrollo de esos días previos a la pérdida de la inocencia de una niña y un niño justo antes de que la guerra del mundo de los adultos invada su reducto de magia.Estoy segura de que, como me sucedió con "Paulina", " Aranmanoth" o "La torre vigía", volveré a adentrarme de puntillas en sus páginas para espiar los mundos personales y sentimentales de esos dos niños sobre los que se cierne el peligro de convertirse en adultos convencionales.
De los libros bandoleros me encuentro inmersa en las profundidades emocionales y desgarradas de "El cuaderno azul" (Mosaico Norma),que ya me había guiñado el ojo en otro viaje pero que ahora fue rápido en sus astucias y me atrapó.
Me ofrece un cambio de paisaje, una intensidad física, unos personajes protagonistas que se van aferrando al lector como si, en cada uno de los asaltos que el mundo adulto les propina, éste fuera el único salvador que les queda.
Un tema duro tratado con guante de terciopelo y un lenguaje cuidado, preciosista, detallando hasta la irritación, que nos conduce a cada paso por los senderos de la más terrible de las explotaciones infantiles.
Es un libro testimonio surgido de una imagen que atrapó a James A. Levine, médico investigador de la Clínica Mayo y que sólo la voz de Batuk nos hace continuar leyendo las acciones que se narran y donde la palabra es la salvadora de su protagonista-narradora.
Es un libro que debería levantar la voz en favor de los millones de niños que, a día de hoy, son vendidos como forma de salvar la miseria de sus padres constituyéndose en moneda de cambio allá donde la vida tiene el valor de un soplo.
Ya me diréis si habéis salido indemnes de su lectura.
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