28.1.11

CARTA DEL SUR

Dedicaré la entrada 900 del blog a una carta que ha llegado del sur.
Hoy, que he llegado temprano del colegio, la tenía sobre el teclado. No era un felicitación tardía de Año Nuevo ni un adelantado saludo de San Valentín aunque, si se lee bien, sólo las cartas de amor duran años, suelen estar escritas a mano y con mucho más corazón.
Es una carta larga, escrita de puño y letra, donde se ven palabras sencillas, emocionantes y, sobre todo, donde se dice lo que siendo niño aún no tienes capacidad para expresar pero que ya sabes sentir.
Es una carta-espejo de mis dos cursos en un hermoso pueblo de naranjos y limoneros, abrazado por dos ríos y con los atardeceres mágicos del sur.
A San Martín del Tesorillo llegué entrando por la ventana de un colegio devastado por unas terribles inundaciones. Esa fue mi primera clase, mano a mano con gente estupenda con la que aprendí tantas cosas y compartí tantas novedades.
Hace ahora 31 cursos que oficialmente no doy clase allí pero ellos y ellas son mis alumnos tanto como el grupo con el que actualmente aprendo y me emociono cada día.
¡¡Cuánto me gustaría poder acercarme antes de que todas las hojas grandes se nos caigan!!
Gracias, Beatriz Quintero porque, en tu carta de amor, están muchas de las cosas que vivimos juntos y porque siento que el tiempo pasado con vosotros, que yo viví como otra vida entera, no era una de mis fantasías.
Al irme de vosotros aprendí de forma dolorosa que el tiempo es intensidad y verdad o no es nada.
Para ti y tus compañeros, niños y niñas de entonces, sólo por vosotros, cambié en "Colores y más colores" el verde de mi Asturias por el verde Andalucía. Y está escrito...como nosotros estamos escritos unos en los otros.
Un abrazo de madreselvas para los niños que, entonces, eran mis niños de las buganvillas y la araucaria.

3 comentarios:

BEATRIZ dijo...

BESOS Y MAS BESOS PARA LA SEÑO.GRACIAS ,BEATRIZ

Rosi Estorach dijo...

Gracias por esta entrada dedicada a mi pueblo.

Un saludo desde San Martín del Tesorillo.

J.Riscos dijo...

Fue nuestra señorita Mª Rosa para un puñado de tesorilleros que por aquel entonces comenzábamos a caminar.
Han pasado 30 años y aun mantenemos esa llama encendida en nuestros corazones. Llama que se encargó de prender con una dulzura y cariño que nos regalaba diariamente en sus clases.
Han pasado 30 años y para ese puñado de tesorilleros seguirá siendo aquella asturiana que un día se dejo caer por el sur del sur, para enamorarnos por las calles de Paris.
Han pasado 30 años y ahora soy yo quien le cuento a mis hijo, que sigo teniendo presente a nuestra Señorita Mª Rosa.

Con todo nuestro cariño, despues de 30 años. Un beso muy fuerte.